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lunes, 3 de diciembre de 2012

Autor:  Xerardo Torrado Agulla.

CEB: La dialéctica populista como estrategia de los poderosos: Livio Druso y el “movimiento 15-M”.










      Los movimientos sociales, al igual que una reacción química, tienen unos catalizadores semejantes. Llegan a sorprender los resultados de un estudio comparativo cuando enfrentamos problemáticas y sucesos contemporáneos con sucesos acaecidos hace veintidós siglos. Es habitual ver y escuchar en tertulias políticas a periodistas, economistas, politólogos y sociólogos, pero nunca he visto a ningún especialista en Historia Antigua... Será que no se fían de su capacidad de análisis y los imaginan en otra dimensión, en una torre de marfil leyendo a Tito Livio y a Plutarco... Simplemente: su opinión no cuenta.

     A pesar de ello me gustaría dejar algo escrito desde este punto de vista, el de la Historia Antigua. Algo relacionado con un problema que afecta a las portadas de los periódicos de cada día y que hoy extraña a mucho incauto: ¡¿Cómo puede ganar elecciones el Partido Popular cuando, en teoría, se enfrenta con una sociedad que se le opone?!


   Dentro de esta “oposición” a la política de la derecha, se encuentra el llamado “Movimiento 15-M”, pero lejos de perjudicar a la derecha no hizo sino auparla hasta las mayorías absolutas, primero en Madrid y luego en Galicia. Un ex-analista del viejo KGB, opinó que el “movimiento 15-M” era un movimiento social “de diseño” similar a aquel que la CIA había montado en la entonces República Socialista de Rumanía para derrocar el régimen comunista de Chauchescu... Esta es una opinión discutible, pero sí creo que hay que señalar el flaco favor que le hizo el “movimiento 15-M” a la izquierda y el gran favor que, por la contra, le hizo a la derecha, algo que parece fuera de toda lógica pero que es muy fácil de entender.

    El “movimiento 15-M” sólo provocó la desmovilización del electorado de izquierdas, ya que ese sentimiento de indignación, de no votar, nunca forma raíces en el electorado de la derecha constitucional, que no tiene duda alguna sobre si va a votar o no, o a quién. Esto, acompañado de una ley electoral injusta, es lo que deja en manos de la derecha las mayorías absolutas de los parlamentos.


    Y ahora viene un ejemplo histórico tomado de la antigua Roma. Los hermanos Gracos, Tiberio Sempronio Graco y Cayo Sempronio Graco, fueron los protagonistas de una serie de hechos trascendentes en la República romana de la segunda mitad del siglo II a. C.

     Tras el asesinato de Tiberio, su hermano Cayo Sempronio Graco, cuestor en Cerdeña, se presenta en Roma para ser elegido Tribuno de la plebe1, algo que consigue en el año 124 a.C. Desde este puesto, propone sus tres grandes leyes sometiéndolas a votación en 122 a.C: ley agraria (que otorgaba los poderes sobre la tierra a una comisión de nueva creación), ley frumentaria (que obligaba al Estado a bajar el precio del cereal) y la relativa a la fundación de colonias. Estas leyes eran la solución para que el ager publicus (la tierra pública) dejase de estar dominado por un pequeño número de optimates (aristócratas) en perjuicio de los pequeños campesinos. Un problema que venía de antiguo y que no es objeto tratar aquí. Cayo se encuentra, como anteriormente lo hizo su hermano, con la oposición de los optimates, que usan esta vez a otro de los tribunos, Marco Livio Druso. La táctica fue sencilla: proponer medidas todavía más populistas que las de Cayo. Logró ganarse el favor del pueblo y Cayo Graco no fue reelegido como tribuno. A pesar de la victoria de Livio Druso, sus propuestas nunca se llevaron a cabo. En los años sucesivos, las reformas de los hermanos Graco son desmontadas y, a causa de su impopularidad, una revuelta en el Aventino acaba con la vida de Cayo Graco. El pueblo dejó que le llenasen la cabeza con quimeras, asestando un golpe mortal a las tentativas factibles. 
 

     Creo que el silogismo ha quedado bien claro. En el contexto actual, el “movimiento 15-M” provoca la derrota de la izquierda y el ascenso de la derecha al vender quimeras en vez de programas sensatos que puedan defenderse desde los escaños de un Parlamento. Escaños que, por cierto, están ocupados por mayorías absolutas de la derecha, así que ya no cabe ni el debate. Creo que el este movimiento social, de “diseño” o no, le hace un gran favor al Capital, los representantes actuales de aquellos especuladores optimates. De ser cierta la opinión del mencionado ex-analista del viejo KGB, estaría bien claro quién “diseñó” tal movimiento: Pero... ¿Sería esto posible y que lo hicieran delante de nuestras propias narices?. ¿Acaso se imaginaba el proletariado romano que Livio Druso era un pelele de los optimates?. Claro está que es posible que este favor lo hagan de forma inconsciente. La Historia nos da entender qué es lo que puede y no puede ocurrir, y en esto los historiadores golean sin misericordia a periodistas, economistas y sociólogos, con sus números y estadísticas. Una vez más viene a mi mente aquello de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”.


       En nada se parece el “movimiento 15-M” a los movimientos revolucionarios de la Europa de 1848. En el aquel ambiente revolucionario y poniendo en peligro su integridad, el anarquista ruso Mijail Bakunin asiste en Dresde a la interpretación de la novena sinfonía de Beethoven bajo la batuta del maestro de capilla de la corte de Sajonia, el mismísimo Richard Wagner. Bakunin pensaba que antes de crear un nuevo orden, antes había que destruirlo todo, pero tras escuchar a la “coral” de Beethoven se levanta de su butaca y abraza al director, Richard Wagner, para decirle: “¡Richard, debemos actuar de prisa, esta obra es lo único que merece ser salvado!”. Se preguntará el lector qué tiene que ver esta anécdota musical con el presente artículo y yo digo... ¡Todo!. Quien tenga entendimiento que entienda.


Por Xerardo Torrado Agulla
xerardotorrado@yahoo.com


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1. Cargo de la antigua República romana elegido por el Concilium plebis (la asamblea de la plebe) para defender a la plebe de las arbitrariedades de los poderosos. Se cree que fueron creados en el 494 a.C. tras la primera secesión de los plebeyos, siendo diez originalmente. Tenían carácter sacrosanto, podían presentar el veto al gobierno o sus propios colegas y entre sus atribuciones estaban las de convocara a la asamblea, una reunión (contio), promulgar plebiscitos e incluso imponer la pena de muerte. A partir de la lex Atinia del 149 a.C. forman parte del Senado.

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