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martes, 7 de mayo de 2013
Autor: Xerardo Torrado Agulla.
CEB: La (meta)física de partículas: una aproximación al "caso Sokal".
Presentación del “caso Sokal”.
ALAN Sokal enviaría en 1996 a la
revista Social Text, un artículo con el título de Transgredir las
fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravitación
cuántica. Pretendía demostrar que en ciencias humanas se usaban
términos científicos no comprendidos. Social Text publicó el
artículo a pesar de ser una sandez confesando luego Sokal que fuera
una broma; quedó convencido de que había ganado una guerra, cuando
en realidad no ganó ni una batalla. Si los autores que criticaba
Sokal usaban terminología de las ciencias naturales sin entenderla,
está claro que Alan Sokal habla de “posmodernismo” sin saber lo
que es esto. Opina que las críticas a la ciencia vendrían de
posmodernistas trasnochados, pero en realidad la crítica, desde sus
inicios, forma parte de la ciencia, algo que Sokal debería saber.
El fantasma del posmodernismo como excusa.
Entre
los autores criticados por Sokal están Popper, Feyerabend, e incluso
Kuhn1.
Feyerabend creía que la ciencia desde la década
de los 60 se había convertido en una religión dogmática; Sokal
quiere deshacerse de él, y ya no digamos del falsacionismo de
Popper y de un Kuhn que lo llevó al límite en La estructura de las
revoluciones científicas.
Sokal
creía motivo de chiste que la gravitación universal fuera un
constructo social. En vez de amontonar ecuaciones deberían leer a
Schopenhauer y vencer su desprecio a la epistemología. Sokal “temía”
que por parte de estos “posmodernos” se relativizase la
“ciencia” hasta convertirla en un mito. El origen de las
creencias religiosas es el horror vacui ante lo desconocido2.
Esta necesidad es una de las características del ser humano, situada
justo por encima de las necesidades más vitales que compartimos con
otros seres vivos. En este sentido, el “pensamiento científico”
y el “pensamiento mítico” tienen la función de hacer asimilable
lo desconocido. En la Biblia, vemos a Adán dando nombre a los
seres. El lenguaje es aquí un ejercicio de apropiación como lo es
en el “pensamiento científico”3.
Es un rasgo de las ontologías arcaicas, en donde animales y plantas
empiezan a existir realmente en el momento en que reciben su nombre4.
El “pensamiento científico” como forma de “pensamiento mítico”.
Los
últimos “avances” en meta(física) de partículas, dejan ver una
impostura de grandes dimensiones y me da la razón en la asimilación
entre “pensamiento científico” y una nueva forma de “pensamiento
mítico”. Ni Homero ni Hesíodo vieron a los dioses que cantan en sus
poemas. Ni ellos ni nadie. Sólo los intuyeron en su forma de
“pensamiento mítico”. De igual manera, ni Peter Higgs, ni nadie,
“vio” al ya famoso “bosón de Higgs”. Primero fue teorizado y
luego “intuido”. Es la misma relación apreciada en los dioses de
Homero, sólo que a la inversa, aquí fueron primero intuidos y luego
teorizados, y con mayor éxito en el rapsoda, debo presumir... Por lo
menos tenía junto con Hesíodo un gran sentido estético. Si no lo
ven, sólo lo intuyen, entonces la física de partículas se
convierte en una “metafísica de partículas”, aquí ya sin
paréntesis. Una vez que recibe su nombre, inmediatamente el “bosón”
existe, al igual que en las ontologías arcaicas.
Hablan con absoluta
“franqueza” sobre hechos acontecidos hace millones de años, pero
se ríen de las pretensiones de saber qué paso en tiempos de Julio
César. Henri Poincaré (1854-1912) opinaba que no se podía saber
si las “leyes” de la naturaleza del remoto pasado eran idénticas
a las actuales, ya que nuestras comprobaciones se limitaban
exclusivamente al tiempo presente5.
Esto invalida todas las especulaciones sobre el Big Bang, motivo
desde hace un tiempo de las elucubraciones de la (meta)física de
partículas; el matemático Poincaré tiene la suficiente “solera”
y solvencia, pero... ¿Será acaso un posmodernista trasnochado?.
Cuando hace unos dos años empecé a leer El origen de las especies
de Charles Darwin, aprecié al momento lo elaborado de su teoría,
cimentada en numerosas observaciones a lo largo de su viaje en el
Beagle. Darwin observó, intuyó y teorizó... Pero lo primero primó
sobre lo segundo y lo tercero. ¿Se comporta así la (meta)física de
partículas?. Mi crítica no es contra las ciencias naturales, mi
denuncia tiene como diana a los especuladores de la ecuación de mil
incógnitas sin resolver.
Las ecuaciones como falsos ídolos y los “científicos endorfinados”.
Sabemos que con doscientas ecuaciones
podemos demostrar una cosa, pero con doscientas más demostraríamos
todo lo contrario. La preguntá está en cuándo dejamos de amontonar
ecuaciones: cuando el resultado coincida con nuestra idea
preconcebida. Esto sucede, aunque no siempre de manera consciente. El
cerebro nos engaña químicamente con objeto de proporcionarnos
placer, sobre este hecho Sigmund Freud construyó gran parte de su
teoría onírica... pero no entremos en ello. ¿Qué mayor placer que
ver que todo “encaja”?.
El
ser humano necesita apropiarse de todo lo que le rodea, aportándole
nombres, como Adán. Cuando lo que le rodea alcanza esa perfecta
coherencia, el observador sufre un gran placer químico debido a las
endorfinas, generadas por nuestro organismo y que producen algo
semejante a lo que provoca la morfina. Este estado priva al sujeto de
un análisis crítico, y además crea adicción: quien tiende a ver
todo encajado como un perfecto puzzle siempre lo verá así... Y me
temo que ese placer químico ha seducido a los (meta)físicos de
partículas. Y claro está, su hueco en los mass media, algo
siempre tan seductor.
La
polémica del “caso Sokal” tiene su importancia, ya que implicaba
el papel que le concedamos a la ciencia en la sociedad actual. Yo no
aprecio problema alguno, ciencia y sociedad están perfectamente
conjuntadas: tenemos una sociedad acrítica, tecnológica, pragmática
y nada científica, y a su par tenemos una “ciencia” acrítica,
tecnológica y al servicio del Capital, enormemente pragmática y
cada vez menos científica.. Afortunadamente la policía busca
pruebas más sólidas en la criminología que los (meta)físicos de
partículas en su campo. De lo contrario, estaríamos todos
encerrados.
Por Xerardo Torrado Agulla
xerardotorrado@yahoo.com
__________
Notas:
1.
IGLESIAS HUELGA, L. A.: “El caso Sokal. La verdad de las
mentiras”, en Filosofía hoy, nº 11, 2012, (pp.38-39),
p.38.
2.
BLUMENBERG,
H.: Trabajo
sobre el mito,
Paidós, Barcelona, 2003 -la 1ª edición en alemán es del 1979,
p.42.
3.
Ibidem.
4.
ELIADE,
M. Mythes,
rëves et mystères,
pp.225, cit. in ELIADE,
M.: Historia
de las creencias y de las ideas religiosas,
tomo I, RBA, Barcelona, 2004 (la primera edición en francés ed de
1976 en Payot & Rivages), p.222 nota 5.
5.
POINCARÉ,
H.: El
valor de la ciencia,
ediciones KRK, Oviedo, 2007 p.334.