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viernes, 8 de junio de 2012

EDITORIAL




Para la liberación se requiere más que política económica, se requiere más que laboriosidad. ¡Para llegar a ser libre se requiere orgullo, voluntad, terquedad, odio, y nuevamente odio!
¿Qué se puede esperar de los gobiernos? Ellos sueñan con un milagro. Ellos sueñan con negociar, pero ¡para negociar se requiere poder! Una delegación con refuerzos de cuero en las rodillas va a París, trae de allí la decisión como don de gracia que allí es dictada por un poder superior, y la Nación Alemana da las gracias a la delegación por su "sentido del tacto", por su "sabia mesura", por su comportamiento en el "sentido de la mas auténtica democracia", y el pueblo sucumbe a consecuencia de ello”

    Lejos ha quedado ya el concepto positivo de populismo. La corrupción del término puede olerse, verse, sentirse en cada rincón de la política actual. “El pueblo como fuente de poder” se ha convertido en “Hagamos creer al pueblo que gobernamos para él”: ¡Pan y circo!. Y qué rentable resulta; qué eficaz.

    Este último mes llegó a nuestros correos y redes sociales un video viral: A MEP tells the truth, (“Un europarlamentario dice la verdad”). En él podíamos ver al europarlamentario Nigel Farage, líder del UKIP (Partido de la Independencia de Reino Unido), atacando a la Unión Europea, a los diferentes líderes políticos europeos, al euro, a la tecnocracia; denunciando la ausencia de democracia real en el Parlamento Europeo y contrario a la existencia de “dioses” en Europa que decidan qué países van a salvarse del Infierno y cuáles serán condenados... En resumen: un eurodiputado diciendo la verdad. ¿O no?

A MEP tells the truth

     A juzgar por los comentarios que podían leerse a dicho video, desde este “famoso” discurso, al señor Farage le llueven los adeptos por doquier. Jóvenes y no tan jóvenes lo vitorean por plantarse ante el Parlamento, intrépido y heroico, y decir lo que todos pensamos. Muchos afirman que si hubiese políticos así en España, los votarían sin dudarlo. ¡Que este sí que es el demócrata que necesitamos!

     Sin embargo, hemos olvidado algo fundamental: es tan difícil dar al pueblo lo que necesita como fácil es prometérselo. Hemos sido víctimas de la propaganda de Farage, de su discurso populista. Víctimas, por qué no, de nuestra propia ignorancia al olvidar que no podemos separar un discurso de la doctrina política de su orador. Detrás de cada palabra, hay un pensamiento; detrás de cada discurso hay una ideología. Y no hay nada más peligroso que apartar un discurso político de la ideología que lo sustenta.
La acción política final puede anticiparse, entendiendo ésta como el resultado de la dirección trazada por una recta que parte de la ideología y pasa por el discurso. Si obviamos la base ideológica del político, podemos trazar la línea erróneamente, interpretando palabras ambiguas a nuestro modo de parecer, creando un programa político coherente con nuestros deseos y necesidades, pero ajeno al discurso original.

     En lo ocurrido con este vídeo de Nigel Farage, resulta especialmente sorprendente: su ideología es fácil de encontrar, pero nadie se ha molestado en buscarla. Podemos leerla en las propuestas de su partido para el 2012: “UKIP London Manifesto 2012” y “UKIP Local Manifesto 2012”. El primer documento es un resumen de iniciativas para Londres. He aquí un resumen y nuestra correspondiente propuesta acerca de los componentes ideológicos del programa1:



    El video de Farage se difunde rápidamente gracias a Internet. No es en absoluto sorprendente. En un momento convulso es lógico que las víctimas clamen justicia y busquen culpables. En este que nos toca vivir ahora no iba a ser menos, y más aún cuando parte de los responsables son figuras públicas de máxima importancia a nivel político, forzadas por su categoría a dar unas explicaciones acerca de sus decisiones que raramente nos regalan. Farage señala a parte de esos culpables por nosotros. Los apunta con el dedo y dispara sin piedad porque “el pueblo” apoya ese discurso, porque queremos culpables, porque exigimos culpables. Nos conformamos con eso, aunque lo que necesitemos sean soluciones. Y el pueblo aplaude a un líder de ultraderecha británico que, en su país, lucha por un extremo control de fronteras que limite la entrada de inmigrantes y “solicitantes de asilo” en el Reino Unido, que exige prioridad para los británicos tanto en trabajo como en viviendas sobre cualquier extranjero, que reclama el “No” a las puertas abiertas a la inmigración, que busca premiar a los negocios que empleen a personas locales. Lo aplaude porque porque le da pan y le da circo, lo aplaude porque le dice lo que necesita oír. En el discurso de Farage ante el Parlamento Europeo nos es difícil rastrear el racismo, nacionalismo y capitalismo que encontramos en las políticas de su partido. Sin embargo, atendiendo a su forma de entender la política, sí podemos identificar su populismo, agresividad y demagogia.

     Las palabras que abren este artículo, cargadas de arranques populistas, ideas difusas y demagogia, pertenecen al discurso “Derrotemos a los enemigos de Alemania”, pronunciado el 10 de abril de 1923 por Adolf Hitler, líder del partido NAZI. Conviene recordar que el acceso al poder del nazismo en Alemania se produjo al convertirse éstos en la segunda fuerza más votada en el Parlamento alemán en 1930 y la primera en 1932, pese a su antiparlamentarismo confeso, lo que les concedió el arma para chantajear a los diferentes líderes políticos del final de la República de Weimar hasta que eligieron forzosamente a Hitler como Canciller. Como decíamos antes, el pueblo aplaude porque el discurso populista funciona espléndidamente. Hoy igual que a principios del siglo pasado.

Cuántos miran hacia él con una fe conmovedora como el auxiliador, el salvador, el redentor de la desgracia abrumadora. Hacia él, que salva al príncipe prusiano, al intelectual, al eclesiástico, al campesino, al obrero, al parado
L. Somitz, maestra de escuela, tras un discurso de Hitler en 19322

     Comparar a Farage con Hitler es excesivo y, dado que conocemos los niveles de barbarie del nazismo, es injusto presuponer que ambos líderes se asemejen de una manera real simplemente porque los discursos del británico nos traigan ecos del pasado. Sin embargo, comparar a la sociedad actual que aplaude el discurso populista de Nigel Farage sin plantearse su finalidad y el trasfondo, con estudiantes, trabajadores, parados, la gente de a pie que en 1930 ingresó en el Partido Nacionalsocialista sólo porque le gustaba cómo hablaba Hitler, no lo es.



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1. Las palabras que proponemos para dar una explicación a cada una de las propuestas pueden entenderse o interpretarse de forma diferente dependiendo del receptor. Podéis consultar la tabla que hemos elaborado a fin de que cada lector entienda nuestra intencionalidad en el uso de los diferentes conceptos empleados, haciendo click aquí.
2. KERSHAW, I. Hitler (1889-1936). Ed. Península, pág.317.

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