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La utilidad de la historia en el mundo de hoy.

CEB: La utilidad de la historia en el mundo de hoy.



Por Anneo.
La utilidad es una cualidad relativa, depende siempre de la persona que la otorga. Algo es o no es útil en función de los intereses de la persona o del grupo. Por ejemplo, en el Antiguo Régimen era muy útil tener un título nobiliario puesto que proporcionaba entre otras cosas, estatus social y ventajas económicas. Hoy en día el disponer de un título nobiliario es del todo inútil para un individuo, salvo para aquellos que necesiten satisfacer su ego siendo llamados conde, duque o marqués. Aplicando esta idea a la sociedad actual, vemos que lo que hoy en día se considera útil son cosas como la rentabilidad (siempre económica), la acción social o la capacidad de comunicación. Es fundamental ser útil para el tiempo en que se vive, pues si no la actualidad te convierte inmediatamente en pasado. En el vertiginoso mundo de hoy, caracterizado por la revolución tecnológica, la facilidad al acceso de información y una crisis económica de -ya demasiado- larga duración, todo proceso se ve acelerado y lo obsoleto se queda atrás sin ni siquiera hacer ruido. 

Si en este panorama hablamos de la historia como ciencia social, tenemos que decir que el debate sobre su utilidad es una constante dentro y fuera de los muros de la disciplina. El historiador Marc Bloch abre su importante obra Introducción a la Historia poniendo sobre la mesa esta cuestión, argumentando que la humanidad no puede permitirse rechazar el saber por el saber, es decir, debe buscar la obtención de conocimiento por el simple placer del conocimiento. No puedo estar más de acuerdo con su idea, pero creo que desafortunadamente avanzamos hacia una época eminentemente resultadista que no considera útil un conocimiento no aplicable.

A árbore (El árbol).

ALD: A árbore (El árbol).




     Por Quecha Menduíña 


Non sabería dicir como chegara ata esa árbore pero era bonita. Tíñaa xusto diante, como se alí se plantara para que ela a contemplase. Non lle quería facer un feo e, non sabía por que, a présa de antes desaparecera así que sabía que, a partir daquel momento, tiña todo o tempo do mundo para observala. E alí estaba, chantada no chan con aquel toro inmenso, bífido, que se erguía todo nun dende o chan para se xeminar un par de metros máis arriba. Levantaba, maxestosa, as súas grosísimas pólas nunha beira da chaira que albergaba aquel val. Sabía que xusto detrás súa, uns metros máis arriba estaba a estrada. Non quixo dar volta para mirar, preferiu dirixi-la vista cara ás xestas e os codesos que rodeaban aquela marabilla. Non entendía a que viña aquel interese pola árbore, pero abofé que a atraía. Tranquilizábaa. Xa non sentía aqueles nervios nin aquela angustia que a invadiran minutos antes. Era vella. Se puidese falar podería transmitirlle a sabedoría acumulada durante as décadas que tardara en medrar. Pero as árbores non falan, só están en pé, agardando a que alguén chegue e teña o tempo suficiente para deterse, escoitar e tentar comprende-lo que teñen que dicir. Son coma eses vellos que sempre atopan tempo para sentaren á beira do camiño e parolar da vida e do día. Ou simplemente para ficaren quedos e calados amosando que xa todo o saben aínda que ninguén queira que o compartan.

Reflexión sobre nuestra clase gobernante: una peligrosa sensación.

CEB: Reflexión sobre nuestra clase gobernante: una peligrosa sensación.









     Por  Anneo
Es cierto eso de que la necesidad agudiza el ingenio. O por lo menos, nos recuerda que lo tenemos para usarlo. En estos tiempos que corren, en los que no paran de sucederse las llamadas apocalípticas al presente y al futuro y nos estamos rasgando las vestiduras acerca de los errores del pasado, parece que nos hemos dado cuenta de que debemos ser críticos con las decisiones que toman aquellos a los que les estamos pagando para gobernarnos. Es lo que tiene la crisis, que ya no basta con protestar un poquito delante de la tele o en una reunión con amigos de ideología afín, ahora nos ahogan en serio y por tanto nos enfadamos en serio. Y no es porque los políticos hayan cambiado, que son los mismos de siempre (y este "siempre" llega muy atrás), es que ahora su inutilidad nos afecta de verdad.

     Por eso ahora la sociedad se indigna tanto y por eso ahora están surgiendo fuertes conatos de rebeldía. Yo mismo, al ponerme a escribir estas líneas, me cabreo profundamente al ver la forma en la que los poderes fácticos nos llaman tontos a la cara, nos pegan collejas en forma de impuestos, nos roban nuestro dinero y, lo que es peor, nuestras oportunidades. 

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